jueves, 10 de junio de 2010

Libertad de Acceso

Hace más de 53 años me vi obligado a aprender el idioma inglés, o reconocer que había mentido en mi entrevista de empleo en el BNS. Como carecía de ingresos para estudiar en escuela acreditada, decidí determinar las demandas del proceso de aprendizaje del idioma y diseñar un mecanismo que pudiera entregarme los recursos que identificara.

No tenía acceso a información técnica sobre el proceso de aprendizaje, así que preferí enunciar los factores lingüísticos que me pudiesen ayudar. Definí para mis adentros, que un idioma usaba al menos tres de nuestros recursos de comunicación: la escritura, la lectura y el sonido. Por eso, mi estrategia estuvo orientada a aprovechar las oportunidades que me brindaba el empleo en empresa con gente que hablaba mejor en inglés que en castellano y que, además, me obligaba a escribir informes o reportes en inglés.

Conseguí cientos de revistas Saturday Evening Post con mi tío Dr. Luis Ramón Taveras, quien me las regaló. Conseguí llevarme a mi habitación uno de los dos receptores de onda corta de mi padre que puse en mesita de noche a mi lado en la habitación. Además, me llevé un diccionario Webster que jamás vi usar. Diariamente leía revistas durante una hora, escuchaba los programas históricos “in special English” de la VOA y pasaba cada noche oyendo a la BBC en inglés. Un año después podía conversar, escribir y entender inglés, en sus tres vertientes de omunicación. Prueba es posteriormente aprobar “English for Natives” en pos grado.

Aquella era época en que las ondas herzianas eran libres, cuando nos conectábamos con emisores de diferentes países para escuchar música, novelas, deportes, el "hit parade" y cuando el problema de quien transmitía y de quien sintonizaba la señal se reducía a esquivar las interferencias de gobiernos contrarios a la libertad de expresión.

Curiosa vida y curiosos gobiernos. El inglés, que tenía sin lugar a dudas el más objetivo y libre medio de comunicación universal con su BBC, y el norteamericano, que procuraba que la VOA llegare a todas partes, son ahora los líderes que impiden, con su dominio tecnológico la libre comunicación, impidiendo así el acceso público a la información sobre investigaciones científicas, históricas, artísticas, antropológicas, publicadas por sus medios gubernamentales, por razones puramente mercuriales, lo cual deja tal información fuera del alcance de los habitantes de países pobres que carecen de CTV.

Hasta hace poco, la transmisión para el planeta originada en USA y la UK llevaban conocimientos, cultura, deportes y esperanza a los pueblos del mundo. Por eso fue por ellos propugnada y defendida como derecho fundamental durante todo el siglo XX. Ese derecho solo lo ejercen quienes pueden pagar la factura.

Marcos R. Taveras es Consultor Privado
Marataveras@hotmail.es

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