jueves, 3 de julio de 2008

Mas que Impuestos

Fui alumno de Wendell Gordon, militante luchador y eminente teórico de la Ciencia Económica, hace 40 años. Recuerdo verlo llegar a su clase con un conjunto de transparencias gigantes perfectamente sincronizadas, hechas a mano, con divisores de tela para cada sesión, para que entendiésemos gráficamente los efectos que el relajamiento de las diferentes variables económicas, y sus cambios, tendrían sobre las resultantes mercológicas. Incluía los efectos de aranceles, impuestos y otras medidas proteccionistas o coartadoras de la libertad de escogencia mercológica.

Lo recordé como quien cree en espíritus y cifra esperanzas en que el suyo iluminase e inspirase a nuestro Poder Ejecutivo, para que no ejecute ni justifique acciones que desmejoren nuestra capacidad para crear riqueza.

Iniciar un proceso para eliminar el subsidio a los combustibles, podaría la poca competitividad que hemos desarrollado, impediría que los productos ya en el mercado internacional accedan a nuevos mercados externos, y haría poco menos que imposible que los nuevos aprovecharan la apertura del mercado. Eso así, porque de dos componentes del precio, adicionales al costo real de producción, uno fiscal y otro compensatorio, se elimina el compensatorio, sin que aparentemente se tenga conciencia del inmediato efecto, que es incrementar el costo de todos los productos y servicios que se producen, transportan, conservan, mercadean, publicitan y se expenden en el país.

En su función mercológica la empresa puede cargar uno de sus dos tipos de costo, el fijo, a los segmentos de mercado de su escogencia, y tiene en su otro costo, el variable unitario, el precio fob a partir del cual puede entregar rentablemente productos a nuevos segmentos. Así, el impuesto a cualquier material de producción se convierte automáticamente en un incremento en el precio de venta y, consecuentemente una baja en la competitividad. Por eso, prácticamente todos los tipos de impuestos deben ser asuntos ex post beneficio, o cuando menos ex post costo.

El Estado Dominicano tiene la obligación de sentar las bases para que la inversión privada pueda crear riqueza. Sin embargo, tradicionalmente, el Poder Ejecutivo ha estado actuando en aparente contradicción, como lo hace cuando trata de eliminar algunas instituciones sociales, como el colmado o pulpería, cuyas funciones no son sustituibles ni por INESPRE ni por ninguna otra institución estatal ni privada.

No es posible liberalizar componente alguno del proceso de producción en el mercado mientras se mantienen impuestos que colocan en desventaja competitiva al productor. Es política y administrativamente contradictorio con la política de desarrollo y los compromisos de libre comercio tal predicamento. Por eso, la reforma fiscal que se vislumbra debe cambiar la base impositiva, para que la mayor parte de los ingresos fiscales provengan de los resultados de las operaciones mercológicas, y nunca de las que afecten el costo de producción.

Nos hemos embarcado desde hace años en un proceso de liberación económica, con el compromiso de pasar al sector privado las actividades de producción de bienes y servicios por parte del Estado Dominicano, a cargo no solo de las empresas de CORDE, sino de aquellas diseminadas como organizaciones o funciones de diversas Secretarías de Estado. Como por ejemplo, privatizar la producción de semillas, los servicios de mecanización agrícola, las tiendas de insumos y materiales, y otros de la Secretaría de Estado de Agricultura. Esa obligación podría aprovecharse para fortalecer el poder económico, el político y el de negociación, del sector rural, algo que se considera importante para la reducción de la pobreza rural y para la tecnificación de la agricultura, principalmente la minifundista.

La privatización incluye también pasar la mayor parte de la función de cobertura de riesgos de salud y del otorgamiento de pensiones a los trabajadores al sector privado, con el financiamiento de trabajadores y empleadores, quedándose el Estado básicamente con la responsabilidad financiera de la seguridad social de los indigentes. Esa obligación debe entenderse en el sentido de que la atención de la salud cara a cara, de pago por servicio, ha dejado de ser un servicio gratuito. Sin embargo, los protagonistas de la atención, quienes dan el servicio, no parecen estar enterados.

La AMD, no comprende que se acabó la época del pago de servicios médicos por sueldos. Cualquiera persona que trate de encontrar hacia donde se dirige el sistema, debe fácilmente pronosticar que vamos en camino a la eliminación de la propiedad estatal de hospitales, clínicas y empresas aseguradoras. Sin embargo, en vez de negociar con los pagadores del servicio, prefiere la AMD ignorar la constitución y las leyes, promoviendo huelgas de un servicio vital, como si los médicos fuesen simples parásitos que merecen ser mantenidos por la sociedad en perjuicio de los verdaderamente necesitados. Talvez es que preferimos el parasitismo al desarrollo.

Las medidas económicas encaminadas a allanar el camino de los pobres que se han tomado, no son sino decisiones de redistribución de la riqueza, paliativos de breve tiempo, cuando con los mismos recursos podrían lograrse cambios permanentes. Cambios para crear riqueza y no para conseguir votos.

Si el dinero que se gasta en subsidios al transporte, se hubiese usado para mejorar tan solo el tamaño de la unidad rural de producción, que siempre ha operado por debajo del punto de equilibrio por ende aumentando la pobreza, al menos eso estaría mejor. Pero nada.

Para terminar, la eliminación del subsidio debe acompañarse de una reducción equivalente, cuando menos, de los impuestos a los combustibles. De no hacerse así habrá mas pobreza e inflación.

marataveras@hotmail.es


La Competitividad

Cuando leemos el término competitividad, pensamos primero en precio, el que paga el consumidor o el intermediario que incluye en su oferta nuestro producto. Así creemos que para acceder al mercado solo requerimos de un precio inferior al de nuestros competidores. Si tal percepción explicase bien el concepto, ser competitivo sería asunto fácil, y problema exclusivo de mentes ágiles que logren simplificar el trabajo e incrementar la productividad. Pero lograr competitividad es mucho mas que tener precios competitivos.

Para la República Dominicana, la competitividad ya no es asunto teórico, pero propongo una definición entendible y aceptable de competitividad como el objetivo empresarial o nacional permanente de sostener sobre el tiempo la preferencia del mercado sobre un satisfactor identificable. De cuestiones teóricas es lo único que presento porque la época de evaluar conveniencias pasó, con la firma de los acuerdos de libre mercado. Ahora necesitamos lograr ventajas comparativas para nuestros productores y nuestra economía.

Como nos referimos a satisfactor identificable lo primero es identificar los satisfactores, bienes o servicios, a componer nuestra canasta competitiva. Es trabajo de tradición mercológica, realizado por equipos multidisciplinarios que traduce características expresadas por el consumidor en productos concretos, con términos de ventas y servicios al cliente, para entregar elementos que satisfagan las necesidades expresadas durante la investigación mercológica, tales como bonito, limpio, jugoso, dulce, sin manchas, que no se degrade rápido, que se mantenga atractivo en los anaqueles, que sirva para hacer mas bonito mi centro de mesa, que no lo tenga que mondar, que tenga buen aroma, que lo pueda comprar durante todo el año, que me ofrezca financiamiento, que se me entregue siempre a tiempo.

La República Dominicana necesita un equipo multidisciplinario competente para identificar los productos y servicios de ventajas absolutas y los de ventajas comparativas, todos definidos como satisfactores de gustos o necesidades. El equipo debe conseguir credibilidad y representar a todos los sectores económicos, tener financiamiento para llevar a cabo plenamente su cometido y para auspiciar la expansión de la empresa dominicana hacia nuevos mercados. El CEI-RD podría transformarse, con su emancipación del Poder Ejecutivo, la adición de recursos, el enriquecimiento funcional, incluyendo la administración de INDOTEC, en el Centro de Competitividad Dominiana.

El Sector Agrícola presenta una situación mas compleja porque también tiene que cumplir el objetivo de reduccir la la pobreza rural. Para ello, el agricultor deberá efectuar cambios de prácticas de cultivo y cosecha, incorporar acciones pre y pos cosecha, acceder nuevas tecnologías, asumir mecanismos de logística y de enriquecimiento funcional, y mucho mas trascendente, mantenerse como productor sobre el tiempo, sin cambiar cultivo cada temporada en respuesta a expectativas sobre la esperada rentabilidad de futuras cosechas, a partir de las siembras alternativas disponibles, un concepto de difícil entendimiento para el ciudadano común pero que el campesino viene manejando desde siempre.

La limitación principal la presenta el hecho de que el productor agrícola carece de poder económico, de negociación y político porque su predio es insuficiente para lograr financiamiento adecuado para todo el proceso de cultivo y cosecha y para solventar los gastos de su hogar durante ese lapso, y porque carece de una organización y cohesión social lo suficientemente fuerte como para hacer prevalecer sus puntos de vista, sus necesidades y sus propuestas ante los procesos decisiorios nacionales.

El Estado Dominicano debe auspiciar mediante sus políticas e instituciones, la unión campesina en organizaciones de productores. Podría ser en cooperativas, empresas capitalizadas con el valor de mercado de los predios agrícolas, u otro esquema que entregue poder económico y de negociación, pues el poder político se consiguiría por la incorporación de las organizaciones locales o regionales en asociaciones provinciales y nacionales. Este trabajo podría lograrlo la SEA mediante el enriquecimiento de la responsabilidad de sus Directores Regionales, así como de sus ámbitos de acción, mediante un equipo de promotores que consiga del campesino que haga suyo el sentimiento de unión y perciba las conveniencias económicas derivadas de ésta.

El Director Regional habría de convertirse en un verdadero gerente que logre con su gestión auspiciadora y defensora, mediante la canalización hacia el Banco Agrícola, el INDRHI, INAPA, IDECOOP, la ODC, el IAD, la SESPAS, el ADSS, SEI-RD, la Secretaría de Educación, el Programa de Lucha contra la Pobreza, y hacia los programas de asistencia y servicio de su propia institución, mas que entregar poder, asegurar la entrega de los diferentes tipos de asistencia y recursos requeridos para alcanzar el objetivo doble de mejorar la competitividad agrícola y el bienestar rural.

El alcance de poder por la unión campesina no es condición sine que non para el inicio del trabajo de promoción de cambios en las prácticas de siembra, pre cosecha, cultivo, pos cosecha, y distribución. Una vez identificados los productos agrícolas sobre los cuales existen ventajas comparativas, trabajo que ya ha sido en buena parte realizada, el promotor agrícola deberá solo promover la siembra de éstos y, con la ayuda de las instituciones mencionadas anteriormente, producir eventos de adiestramiento que promuevan la adopción de prácticas para garantizar la obtención de productos finales de calidad óptima o mejoren los ingresos rurales con la agregación de valor mediante la adición de actividades, tales como la protección en el árbol de las frutas, la desinfección y lavado, el enceramiento, la envoltura y el empaque.

El esquema se completa con el empadronamiento al ADSS, la promoción de la defensa del medio ambiente y la construcción de centros educativos rurales.


Son del Ingenio

Pedro Mir expresó su queja poética con palabras de en verdad contundentes para que no quedaran, talvez en el vacío con la esperanza de que el futuro entregara mayor justicia o cuando menos tuvieran sus gentes mejores esperanzas. Muestra al país colocado en el mismo trayecto del sol, en archipiélago inverosímil de azúcar y alcohol; liviano, apoyado en la brisa, claro, frutal, fluvial, material, tórrido y plateado, triste y oprimido, agreste y despoblado. Con cuatro cordilleras, tres penínsulas con islas adyacentes y un asombro de ríos verticales. Y tierra por doquier, donde el amor del campesino a la tierra que brota y se derrama como vena rota que los haría ir a cultivar cantando, aunque faltasen hombres.

Mas el canto lo pone Pedro Mir, con rítmo de desmonte, de la tumba de árboles, en una lírica que trae un son que nace del alma de la patria herida y usurpada por la impiedad y ubicuidad del extranjero, expresada en letanía pagana que convierte versos en atabales, que denuncia al explotador sempiterno que como camaleón se pone careta de los tiempos y los espacios para disfrazar de bondades el traje vistoso que solo a él ajusta.

Se viste de misionero, educador, conquistador, esclavista, invasor, guía, guardián, protector, cuando a sus intereses conviene un ropaje. Hoy usa traje de magnate financiero, disfraz de socio, benevolente e igualitario con el que esconde la enorme desigualdad anticipada. Socio es, pero el propósito permaneces inmutable, siempre ha sido extraer riquezas. Antes acudía al pillaje, al saqueo, el engaño vil y despiadado. Ahora es mas sutil, usa la inversión directa y los mercados de valores para quedarse con la nata toda, en acto de altruismo falsificado que entrega al huésped solo puestos de operarios, así se incluyan entre ellos a obreros de intelecto que son tan operarios como los manuales.

Esa es la verdadera intención que se arropa de los planteamientos de los “padres”de las ciencias económicas para la predicción de bondades socio económicas como la reducción del desempleo, el incremento del poder adquisitivo, el ensanchamiento del mercado potencial para los productores locales por acceso a nuevos mercados. Sin embargo no se menciona que todas esas bondades están fundadas en una cohabitación en donde ofertantes y demandantes carecen de poder para afectar los resultados de la interacción, premisa fundamental, sin la cual no se producen tales beneficios.

El mundo de hoy, con procesos informáticos instantáneos factibles de fácil manipulación, puede operarse y de hecho opera con base en “confidencias” plantadas en internet, u otra vía, con el propósito de condicionar las expectativas de jugadores que asumen riesgos parecidos a los despreciados por los participantes en el juego de ruleta rusa, pero que originan la casi totalidad de las transacciones que se dan en los mercados de valores y de “commodities” a nivel mundial. A estos inversionistas jugadores no les interesan los resultados de operaciones empresariales, ni conocer a funcionarios ni facilidades ni los productos que mercadea la entidad donde acaban de invertir o desinvertir. Solo les interesa producir fluctuaciones convenientes para salir gananciosos al vender o al comprar.

Manipuladores son también las empresas multinacionales que con su poder económico y de mercado imponen tendencias, diseños, ganan preferencias, eliminan adversarios, compran la competencia, establecen estructuras de precios, y mediante tales mecanismos transfieren riqueza hacia donde mas les convenga. Igualmente la banca que manipula el valor de mercado de los bienes hipotecados para ofrecer a sus clientes reestructuraciones de deudas para adquirir otros bienes raíces con nuevos préstamos hipotecarios. Lo son también los agentes financieros que manipulan los precios de futuro para crear tendencias de sus conveniencias en los mercados bursátiles y de “commodities” creando expectativas generadoras de perturbaciones en todos los sectores económicos, afectando así la calidad de vida de la mayoróa de los habitantes del planeta tierra.

Con todo y ese panorama, la alianza o asociación entre Estados puede producir beneficios. Solo que tiene que estar precedida de otra alianza. Una nacional, entre el Estado y el sector productivo nacional, el de un Estado promotor, regulador, facilitador y fiscalizador, con un sector productivo consciente de su rol social, en compromiso respetable y respetado. El propósito sería colocar al sector productivo en capacidad de competir con ventaja vis a vis los demás países participantes del acuerdo de libre comercio. En consecuencia, deberían ser partícipes de la alianza las organizaciones e instituciones del sector agropecuario, el sector minero, el turístico, las instituciones y organizaciones de servicios de apoyo logístico y financiero.

La alianza debe contener enunciados de política de desarrollo rural y de disminución de la pobreza, acciones concretas de incremento al valor rural agregado, de incremento del poder económico y de negociación a través de la unión o asociación campesina, de la dotación de recursos financieros para la asunción de las nuevas funciones, del aseguramiento de suministro de materias primas al sector industrial. El sector industrial, a su vez habría de servir de garantía y estímulo a la actividad agropecuaria, con precios justos negociados de común acuerdo. Deberá igualmente contemplar la alianza, guías que dirigan la acción directamente hacia rubros de producción y mercadeo previamente identificados con ventajas del productor o para rubros nacionales.

Por último, la alianza debe permitir la reconversión de las organizaciones productoras con ventajas comparativas haciendolas competitivas, así como de la facilitación de financiamiento a aquellas que deban ser objeto de cambios radicales para ser competitivas.

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