viernes, 24 de abril de 2009

Profesional Asalariado – Profesional Liberal

Por Marcos R Taveras 

 

Recuerdo durante mi niñez, en 1945, ver mis tíos médicos Dr. José Edmundo y Dr. Juan Manuel Taveras Rodríguez, residentes en la Padre Billini #78, altos, junto a su colega el Dr. Frank Hernández, que vivía en la primera planta del mismo edificio, embarcados en la tarea de enderezar las extremidades inferiores de mi hermano menor José Francisco Taveras Badía, quien había nacido con sus miembros retorcidos.  Lograron su cometido en alrededor de dos años, con lo cual hicieron posible tener una vida normal hasta hoy, 24 de abril del 2009, casi 77 años después, a un niño que sin sus entregas hipocráticas no habría tenido. 

Mas tarde, en La Vega, en 1950, recuerdo cuando para mi hermano Hugo Serafín, afiebrado y muy adolorido, fue llamado el Dr. Gilberto Concepción Lara con la expresión de mi madre de que la atención era urgente.  Dejó en la sala de espera en su consultorio a los pacientes que esperaban atención e inmediatamente fue a ver a mi hermano, a quien hubo que llevar a realizar una apendectomía de inmediato a la Clínica Guadalupe de Moca. 

Mientras hacía estudios de pos grado en Austin, Texas, en 1968, a mi hijo mayor, Nelson Iván, de pronto le surgió una fiebre muy alta.  Llamé a su pediatra, un viejo médico cubano, para solicitar una cita.  Su respuesta me sorprendió: no te preocupes Marcos, por cita, pues yo salgo en unos minutos a hacer mi ronda diaria y pasaré por tu casa primero.  Y así sucedió.  Llegó a mi casa solo unos minutos después. 

El tipo de comportamiento profesional de todos esos médicos es la propia de un profesional liberal.  Del tipo de profesional que se percibe libre de ejercer su experticio desde cualquier tribuna y recibir a cambio justos honorarios por su trabajo.  Era una ejecutoria fundada en el juramento hipocrático, que los llevaba a dar su atención a quien la requería sin siquiera preguntar si a cambio habrían de recibir un pollo, unos plátanos, dinero o simplemente el agradecimiento de quien nada tenía para pagar. 

Piénsese cuánto ha cambiado la percepción del médico dominicano cuyas conductas relaté en los primeros tres párrafos a la que puede inferirse de los gremialistas del Colegio Médico Dominicano.  Según el CMD, entre los objetivos de esta organización están: “Servir al Estado Dominicano como organismo consultor en materia de salud, defender el derecho de los médicos, sus intereses morales, intelectuales y materiales de su profesión; propugnar porque en regiones lejanas de nuestro país se implementen incentivos económicos y sociales, crear un código de ética medica, así como procurar la remuneración de la docencia y la investigación en salud”. 

Interpreto en el lenguaje de las relaciones laborales los fines expuestos, como, tener de empleador al Estado Dominicano, dar servicio al médico en sus problemas legales, éticos, intelectuales y materiales, lograr escalas salariales diferenciales por razones geográficas y por dedicarse a la enseñanza y la investigación.  Esos son propósitos, objetivos o fines que normalmente persiguen los sindicatos, no las asociaciones de profesionales liberales. 

Las huelgas que ha encabezado el Dr. Waldo Ariel Suero son fruto de esa concepción sindical de la función del médico.  Por eso persigue que todos los graduandos sean empleados por el Estado y en sus nóminas permanezcan, y por eso, en contraste con el compromiso asumido con el  juramento hipocrático, no le importa dejar sin asistencia médica a quienes mas necesitan de servicios médicos con sus llamados a huelgas. 

La diferencia entre un profesional asalariado y un profesional liberal es de fundamental determinación, pues un profesional liberal no es alguien que va a huelga contra un empleador en procura de ajustar sus ingresos a su estilo de vida.  Muy por contrario, el profesional liberal es alguien que ajusta él mismo sus honorarios en concordancia con el estilo de vida de sus clientes. 

En la República Dominicana, con la promulgación del Código de Seguridad Social, se inició el proceso que devuelve al médico su condición de profesional liberal, puesto que los honorarios médicos están contemplados por los instrumentos de remuneración del sistema dominicano de seguridad social.  Todos los centros de atención médica, sean consultorios, subcentros de salud, centros médicos, centros de medicina especializada, etc. cobran los servicios que prestan a cada paciente de forma individual, mediante la presentación de facturas al paciente, a sus seguros médicos, privados o públicos o, en el caso de los indigentes, al Estado. 

También corresponde a los médicos cobrar sus servicios de la misma forma en que fue descrita para los centros de atención médica.  Reciben paga del Centro donde laboran por los servicios individuales que prestan a cada paciente y éste le paga, pero si tiene su propio consultorio, clínica o centro de salud, entonces lo cobra como se dijo en el párrafo anterior. 

Se me hace obvio que el cambio de profesional asalariado a profesional liberal debería producir regocijo entre los médicos porque debe producirle mayores ingresos, por lo cual éstos deberían dar sonora bienvenida al cambio.  Pero no es así.  Y esa negativa hace que uno sospeche de que el sistema es abusado. 

Si yo fuera médico estaría ahora mismo ensamblando un equipo humano de calidad para primero hacer ver al Dr. Suero de que el futuro como profesional liberal tiene mas sentido y mayores perspectivas para mejorar el lote de los médicos que la de permanecer como profesional asalariado.  Segundo para conseguir que ese equipo de calidad entregue a la CMD negociadores que acuerden con las ARS los honorarios justos que deban recibir los galenos de todos los niveles y especialidades de la medicina. 

Jamás pelearía por perpetuar un mecanismo tan vulnerable, tan poco transparente y tan pobre de justicia social para todos. 

Si lucharía porque la SESPAS dejase de ser propietaria de establecimientos de atención médica, excepto el manejo de algunos subsidios focalizados en localidades en donde la atención médica privada no sea actividad rentable.

 

Marcos R Taveras es Consultor Privado

marataveras@hotmail.com

domingo, 19 de abril de 2009

La Revolución de los Zanj en el Califato del Islam

Por Marcos R Taveras 

 

La elección como presidente de los Estados Unidos de America de Barack Obama se supone el detonante en Iraq de una manifestación de negros iraqués para que aquél intervenga en apoyo de éstos en sus demandas de justicia social.  Me sorprendió la manifestación y la demanda, pues no pensaba que Iraq tuviese una gran población negra.  Investigué y lo que describo aquí es lo que encontré. 

Abul al-Abbas as-Saffah, descendiente directo al-Abbas, tío de Muhammad, dirigió la revolución que derrocó en el 749 AD el poder corrupto del Califato de Damasco de la Dinastía Omayyad, la cual había eliminado el poder político de La Meca en Arabia, dejando a ésta solo la predominancia religiosa que aun conserva.  De esa manera, Abul da inicio a la Dinastía Abbasid, la cual en 762 AD funda, durante el gobierno del segundo califa Abbassid, al-Mansur, la ciudad de Bagdad y la hace capital de los territorios del Califato del Islam. 

La revuelta de los Zanj se llamó así porque millones de africanos negros fueron capturados por los árabes en la costa sudoriental de África, que ellos llamaban Zanjabar (luego conocida como Zanzíbar y en el presente como Tanzanía), y vendidos como esclavos en todo el mundo árabe desde antes del Siglo IX.  Unos 500,000 fueron a parar al Califato del Islam, hoy Iraq, incluyendo decenas de miles adquiridos por terratenientes de Basra, entonces centro comercial importante, para limpiar la superficie nitrosa y drenar los pantanos de las salinas de Shatt al-Arab, cercanos a la desembocadura del Tigris y el Eufrates. 

Los propietarios de plantaciones cercanas a Basra sometían a los Zanj a trabajos pesados y condiciones de miseria inhumana y éstos, conscientes de su gran número y de las condiciones oprobiosas en que vivían, se rebelaron en cuando menos tres ocasiones entre los Siglos VII y IX.  La más importante de las rebeliones, conocida como la Revolución de los Negros o la Revolución de los Zanj, se inició en septiembre del año 869 AD, 21 años más de un milenio antes de la Revolución Haitiana. 

Los Trogloditas Melancólicos (Melancholic Troglodytes)  dicen que “es sorprendente como muchas revueltas proletarias se han iniciado tirando ollas, sartenes y el fregadero contra sus enemigos de clase.  La Rebelión de los Esclavos Zanj… se inició en humildes circunstancias semejantes.  Armados de palos, dos caballos y tres espadas, los desdichados de la tierra declararon la guerra a la esclavitud y al Sagrado Imperio del Islam” (traducción libre mía).  Así empieza una larga revolución de cimarrones que luchó durante cuando menos 15 años y que comprometió talvez millones de combatientes. 

El líder de la revolución fue Alí Ibn Muhammad, islamita de origen Persa, que se autodenominaba descendiente de Alí, el cuarto califa, y Fátima, la hija del gran Muhammad, quien logró el favor de varias cuadrillas de esclavos, entre 500 y 5000 según la Enciclopedia Británica, señalándoles la injusticia de su posición social y prometiéndoles libertad y riquezas.  Su oferta se hizo más atractiva cuando adoptó el punto de vista religioso Kharijite que permitía que hasta un esclavo negro pudiese ser electo califa y definía como infiel a todos los no Kharijites. 

Las fuerzas Zanj crecieron rápidamente en tamaño y poder con la incorporación de contingentes bien entrenados de mercenarios negros africanos quienes desertaron de los ejercitos del califato, así como de agricultores libres de muchas localidades.  Después de derrotar la fuerza militar de Basra, en octubre del 869, fundaron la capital Zanj, al-Muktarah (en árabe La Elegida), la cual fue construida en un lugar seco e inaccesible de las salinas de Basra, circundado por canales de la desembocadura de los ríos Tigris y Eufrates. 

Sobre Muktarah, Owen Salik Shahadah expresa: “Moktara poseía inmensos recursos que permitieron la construcción de no menos de seis ciudadelas inexpugnables en las cuales había arsenales donde se fabricaban armas y buques de guerra. Los logros de los zanj resultan aún más impresionantes si tenemos en cuenta que tuvieron lugar durante el apogeo del Imperio Abbasí. Un imperio que gobernaba de manera directa sobre Iraq, Mesopotamia y el oeste de Persia, y de manera indirecta sobre territorios que se extendían desde el norte de África hasta Asia Central, y desde el Mar Caspio hasta el Mar Rojo.” 

La Enciclopedia Británica, relata que…  “los rebeldes lograron el control del sur de Iraq al capturar al Ubullah (junio de 1870), un puerto de mar del Golfo Pérsico, y cortar las comunicaciones a Basra; entonces capturaron Ahvaz en el suroeste de Irán” (traducción libre mía).  El califa al-Mu’tamid, quien reinó desde 870 hasta 892, encargó los ejercitos del Califato del Islam a su hermano al-Muwaffaq, pero éste no pudo frenar el avance de los rebeldes. 

En septiembre del 871 los Zanj saquearon a Basra y, subsecuentemente, en abril del 872 derrotaron convincentemente a al-Muwaffaq y sus contingentes armados.  Entre los años de 872 y 879, mientras al-Muwaffaq estaba ocupado en el oriente de Irán combatiendo a los Saffarids, una dinastía persa independiente, los Zanj capturaron Wasit, estableciéndose a si mismos en Khuzistán, Irán.  Sin embargo, en el año 879 al-Muwaffaq organizó una gran ofensiva contra los Zanj que le permitió tomar la segunda ciudad Zanj, al Mani’ah (La Inexpugnable) y expulsarlos de Khuzistán.  Luego durante la primavera del 882 puso sitio a al-Mukhtarah desde una ciudad especial construida en la ribera opuesta del río Tigris.  Dos años mas tarde, en agosto del 883, con refuerzos egipcios, al Muwaffaq finalmente derrotó la revolución. 

Después de su triunfo, el victorioso líder militar abbasí Muwaffaq, a quien se habían dirigido los terratenientes esclavistas para que le devolvieran su propiedad, los esclavos, rechazó todas las solicitudes para que los zanj volvieran a sus puestos de trabajo.  Relata O. A. Shahadah que “en cambio, Muwaffaq reconoció la fortaleza de los zanj e incorporó a miles de ellos a las propias fuerzas gubernamentales.” 

Después de la Revuelta de los Zanj, su impacto inmediato fue impedir el uso del trabajo esclavo en territorio árabe durante aproximadamente un milenio, hasta el Siglo XIX, cuando los mercados europeos que eran provistos de especias y cocos por los árabes que controlaron Zanzíbar.  


Marcos R Taveras es Consultor

marataveras@hotmail.es