miércoles, 16 de junio de 2010

Fin de una vida

Se daba. Todo su actuar lo dirigía a hacerla feliz: su andar para encontrar bellas flores que engalanaran con sus coloridas bellezas el centro de mesa, los champiñones más blancos y relucientes para en ajillo acompañar viandas y mariscos, llevarla al club para que su extraordinaria voz deslumbrara, defenderla de sus propias debilidades, eran compromiso a cumplir en la defensa de la familia.

Porque sin importar su inicio como ser humano, ella había alcanzado alturas desconocidas y participado de eventos diarios de la sociedad capitaleña representada por importante un club “deportivo.”

El registro de su melodiosa voz, con impresionante potencia y alcance, enamoraba a todos, a pesar de una manifiesta limitación para seguir armonía y rítmia, que se suplía con el acompañamiento de la guitarra.

Pero, como lolita, estaba siempre expuesta a que familiares, amigos y amigas, talvez por envidia o por duda, aconsejaran a todo momento, en toda oportunidad y con toda vehemencia, que terminara sus relaciones con el anciano que la dejaría sola en poco tiempo por su viaje al planeta de los muertos que pronto emprendería, mientras quedaría ella entre los vivos con todos los problemas pedestres y terrestres. Hace 20 años ella viajó. Y él quedó entre nosotros.

Se fue como supongo deseaba, en fiesta prolongada hasta el amanecer después de noche de juerga, deleite prohibido para mujer casada y madre de cinco hijos. Pero, así se fue. Murió a las seis de la mañana retornando a Santo Domingo al terminar la parranda.

Cualquiera habría preferido que se quedara, especialmente sus hijos y su esposo, pero no hay retorno de eventos como ese. Solo hay finales.

La mitad de su vida ella la pasó con un esposo que procuraba defender su hogar. Pero ella prefirió escuchar malos consejos, principalmente los de su madre y sus hermanas, y actuar su vida en concordancia con esos consejos.

Fueron consejos que primero la coartaron en su paz del hogar, que la obligaron a migrar, que coartaron su libertad para dirigir y educar a sus hijos, y que impidieron que la familia tuviera ingresos estables, pues parece que era en extremo importante, ante todo, obedecer reclamos inconvenientes.

Dejó seis personas a sus suertes, que han sufrido las más increíbles torturas de la vida en carencias, en la duda y en las sospechas de culpabilidad y traición, y en percibirse a sí mismos incapaces de solventar sus propias necesidades y las de su familia, así como por producir divisiones con la esperanza de sacar ventajas económicas particulares.

Pero así es la vida. El anciano se procuró con su encanto una nueva lolita que le ha regalado nuevos vástagos bellísimos y bellísimamente inteligentes.
Talvez, después de todo, entre los rejuegos de la vida, algunas inconveniencias obvias terminan mejor que el principio.

Es que la semana entrante, después de tres matrimonios por lo civil, el que se quedó para vivir hará matrimonio católico, en iglesia católica. Humilde, pero lleno de amor. Su primer matrimonio por la iglesia, será precedido del bautismo de la novia y los tres hijos.

Marcos R. Taveras es Consultor Privado
marataveras.blogspot.com

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