jueves, 10 de junio de 2010

Amenazas a la Patria

Amenazas a la Patria

La colusión entre los comerciantes de nuestro patrimonio ecológico y los guarda-fronteras que se hacen de la vista gorda ante las tropelías de contrabandistas de carbón y abigeos haitianos, está causando como reacción que los ciudadanos dominicanos defiendan nuestros recursos naturales, su ganado y sus ganancias, organizándose en parodias de “freedom riders.”

Aunque ese tipo de organización pone en peligro la paz entre Haití y la República Dominicana, es indudable que, ante la incapacidad absoluta demostrada por el Estado Dominicano para controlar nuestro espacio vital de las incursiones temporales y permanentes de los ciudadanos haitianos, algo efectivo hay que hacer.

La semana pasada fueron sorprendidos unos cinco haitianos talando y convirtiendo en carbón árboles de las montañas cercanas a la frontera, quienes recibieron el plomo indignado de dominicanos defensores de sus propiedades. Hoy acabamos de recibir la noticia de que, en Constanza, unas 20 organizaciones civiles han unido sus fuerzas en defensa de los bosques del área para evitar su conversión en carbón que se venda en Haití.

Hace dos semanas el responsable de saber cuántos extranjeros indocumentados han establecido residencia en la República Dominicana nos hizo saber que sus registros cuentan apenas 200 mil, la décima parte de lo que todos los demás estimamos. Todas esas declaraciones y noticias son evidencias indiscutibles de una extravagante falta de control fronterizo, así como de falta de voluntad para lograr que se respeten las leyes dominicanas y se cumplan los procedimientos que indica la ley. Que no se cumplan los procedimientos nos dice que para esa gente patria es simplemente una palabra de cinco letras. Y nada más.

Cuando durante la tiranía se quería castigar la mala conducta de algún soldado o agente del orden público, se le imponía como sanción su traslado a un pueblo fronterizo. En este momento, tal traslado es realmente gran premio, pues no es sino una mina de plata donde hasta quien nunca había observado conducta deshonesta es transmutado a vil corrupto, cuyas principales actividades se orientan exclusivamente enriquecerlo.

¿Qué nos está pasando? ¿Cómo es posible que después de tanto heroísmo para crearse la República Dominicana, las generaciones actuales solo tengan como norte el goce y el enriquecimiento? De ninguna manera podemos permitir que siga degradándose la moral ciudadana. Este tipo de evasión de la responsabilidad formal por parte de quienes tienen la obligación de defender la integridad de nuestro territorio no puede ser aceptada ni debe proseguir sin sanciones.

De igual manera no puede dejarse pasar el aparente hecho de que hayan muchos cientos de oficiales de las Fuerzas Armadas Dominicanas en el criminal negocio del narcotráfico, según lo expresó ayer a Huchi Lora un dominicano de origen que tiene muchos años de experiencia como investigador, especializado en el narcotráfico, y quien ha sido plagiado varias veces por este tipo de delincuente.

Como expresé en mi artículo anterior, si hubiere un 30 por ciento de precandidatos a cargos electivos de la Cámara de Diputados y de las Salas Capitulares de los Ayuntamientos, de seguro que el poder que tienen les lograría comprender la casi totalidad de la membresía de ambas instituciones, o lo que es lo mismo, nuestro sistema legislativo estaría en absoluto control del narcotráfico.

Si adicionalmente hubieren miles de narcotraficantes comandando nuestras Fuerzas Armadas, nuestra soberanía sería simplemente un mero concepto sin correspondencia en la vida real de la nación.
Invito de todo corazón a todos a cavilar sobre nuestro futuro. Algo tenemos que hacer de urgencia para evitar que se siga por este camino de perdición. Tanto el Poder Ejecutivo como los ministros que de él forman parte tienen que iniciar acciones inmediatas para evitar que el narcotráfico se adueñe de nuestras instituciones más importantes. Pero también nosotros, meros ciudadanos, tenemos el deber de exigir que se limpie y mantenga limpio el porvenir para nuestros hijos.

Tampoco es aceptable que los ciudadanos dominicanos nos sintamos compelidos a asumir la ley por nuestras propias manos. Iniciar una matanza de gentes porque creemos que están actuando como delincuentes nos convierte en violadores del Código Criminal Dominicano, pues dictar sentencias corresponde solo a los jueces del Poder Judicial, en un juicio que satisfaga todas las condicionantes contenidas en el Código Criminal y siguiendo el proceso contemplado en articulado del Código de Procedimientos Criminales. Peor aún, pues emboscar para matar a ese grupo de delincuentes haría que la conducta criminal fuese peor al añadirle el concepto de conspiración para asesinar con asechanza y alevosía.

Tampoco pueden organizaciones voluntarias civiles convertirse en guardianes de la soberanía nacional, ni tampoco tomar la ley en sus manos. Lo que sí debe hacerse en ambos casos, es presionar al gobierno dominicano para que cumpla con su deber de defensa de la patria y de su hábitat. Que deje de hacerse sordo e indiferente y empiece a defender lo único permanente que tenemos para dejar a nuestros descendientes.
Marcos R Taveras es Consultor Privado
marataveras@gmail.comm

No hay comentarios: