viernes, 27 de marzo de 2009

François Makandal

Por Marcos R Taveras


El 20 de enero del 2009, a exactamente 251 años de la fiesta esclavista de Saint Domingue para exhibir la ejecución en la hoguera de François Makandal, fuimos testigos de la ascensión como presidente de EUA de Barrack Obama, mulato, media sangre de inmigrante africano y blanca norteamericana, primer no blanco en ocupar tal posición. Entre ambos hay la coincidencia de haber pasado el aprendizaje de los preceptos e historias del Cristianismo y del Islam, desde cuyas perspectivas, si se tienen ambas, se pueden comprenden mejor las demandas de las dos culturas que han estado luchando por dominio desde antes del advenimiento de Muhammad.

Hay, sin embargo una gran diferencia entre ambos. Mientras que el nombre con que conocemos al presidente de USA fue elegido por sus progenitores, François Makandal fue nombrado por quienes conculcaron su libertad cuando apenas contaba 12 años de edad, por haber nacido en Kanda, Congo, cuyo plural, makanda, era usado como gentilicio para designar a los de Kanda, mientras del elegido por sus padres nada sabemos.

Makandal es símbolo de lucha por la libertad desde hace un cuarto de milenio, ejemplo del compromiso contra la injusticia para todas las etnias y todos los sometidos por el poder imperial. Ha trascendido desde Haití la leyenda, transmitida oralmente de generación en generación, de que Makandal era sacerdote vodú y bocó, y de que en su lucha por la emancipación pretendía ensamblar un ejército de zombies diseñado a partir de sus conocimientos sobre botánica.

Es el Makandal leyenda quien inventa el zombí, el vodú y la lucha por el exterminio de los blancos. Veamos cuan cierta es esta percepción. Mark Davis dice que Makandal fue bien educado desde niño y que dominaba la música y el arte, inclusive la pintura y la escultura, que su dedicación al aprendizaje durante toda su vida era obvio, que aunque la vegetación de la isla era completamente diferente a la africana se convirtió en doctor para tratar y curar los problemas de salud de esclavos y colonos.

Robert Charles Stewart también comenta que la vegetación de St. Domingue era diferente de la del Congo, obligándolo a estudiar su nuevo ambiente para llegar a conocer las propiedades de talvez cientos de plantas, antes de decidirse a ser líder. Nos recuerda que Makandal tuvo como estrecho asociado al monje jesuita francés Duquesnoy, quien secretamente y con ahínco apoyó su trabajo revolucionario. Opina que “la novela de Carpentier disminuye la verdadera brillantez de Makandal y su capacidad de organización al presentarlo como sacerdote vodú.”

Pregunta, además: “¿Fue Makandal cristiano, islamita, sacerdote vodú o racista vengativo?” Responde: “Makandal no era ni Cristiano ni Musulmán. Era todavía un niño cuando llegó del Congo cristianizado, pero tenía raíces islámicas.” Considera que tampoco hay evidencias de que apoyara o rechazara el cristianismo ni el islamismo ni el voduismo, ni de que fuera sacerdote vodú. Por contrario, Makandal parece haber visto la religión como impedimento al desarrollo de la libertad.

Considera Davies que la lucha de Makandal tenía como único propósito unir a toda la gente sin importar religión, tribu o raza, en favor de la gran causa de poner fin a la esclavitud, y que su oratoria mostró un dominio erudito de la retórica religiosa. Afirma que de lo que sí hay evidencia substancial es de que trató de unir a todos los esclavos de St. Domingue junto a cualesquiera otras personas horrorizados por el sistema esclavista, para producir un derrocamiento masivo de éste.

Señala Stewart, que su alianza con Duquesnoy, sacerdote cristiano, blanco y francés, quien posiblemente hiciera a Makandal versado en el cristianismo, echa por tierra la tesis de que quisiera matar a todos los blancos, a todos los franceses o a todos los religiosos. Por el contrario, tal alianza presenta a un líder corajudo y extraordinario que no se abrazó ni de la religión, ni de la raza, ni del origen, ni del sexo, ni de la etnia para promover el cambio hacia un gobierno nuevo y justo.

Trabajó doce años, desde cuando a los 18 años de edad se hizo cimarrón escapando de la plantación. Logró la unión de miles de cimarrones que aunque libres estaban divididos por sus afiliaciones tribales y las guerras entre éstas. Empezó a llamarse a si mismo El Mesías Negro e hizo atrevidas, peligrosas y multitudinarias apariciones en localidades secretas en las cuales pronunciaba discursos incendiarios para reclutar esclavos para la causa, en las que aseguraba que Dios no los había condenado a ser esclavos pero sí los veía como merecedores de igualdad, libertad, santidad familiar, educación y autogobierno.

Consiguió afiliación de aproximadamente la mitad de la población esclava de Saint Domingue, como agentes secretos de su revolución, así como de mas de 20,000, de los habitantes de las comunidades de cimarrones a quienes lidereó en innumerables ataques a los esclavistas.

Ideó Makandal su guerra de exterminio químico al no conseguir suficientes armamentos para combatir el poder de fuego de los esclavistas y, después de haber puesto en marcha sus planes, cuando preparaba el asalto final en fecha precisada (Komgold), con los esclavos envenenando los pozos de agua y el suministro de alimentos con millares de paquetes de veneno que había repartido y con sus soldados cimarrones para descender de las montañas en un gran ataque coordinado, una seguidora suya de nombre Assam, fue hecha prisionera y torturada para que delatara los planes del líder cimarrón.

En la cárcel (cuenta Fick) la visitó el Padre Duquesnoy para evitar que delatara a Makandal y a otras personas envueltas en la conjura, amenazándola con los fuegos del infierno si así lo hacía. A pesar de las advertencias, los torturadores lograron sacarle la verdad.

Otra versión (Moreau de St. Mery) dice que Makandal fue capturado antes de que se produjera el asalto final, después de ser delatado por un joven esclavo negro mientras asistían a un festival en la plantación Dufresne. El suegro del dueño de la plantación M. Trevan, obsequió a los asistentes cantidades ilimitadas de tafiá y Makandal fue hecho prisionero y amarrado mientras estaba en estado de total ebriedad. Atado fue llevado a la oficina de la plantación mientras se enviaba a trabajadores en busca de las autoridades esclavistas. Sin embargo logró deshacer las ataduras y escapar. Su rastro fue seguido con el auxilio de perros amaestrados, con los cuales se logró su recaptura. Fue condenado a morir en la hoguera.

A la ceremonia fueron conducidos representantes de esclavos de todas las plantaciones. De alguna forma, encadenado, logró escapar de la hoguera mientras el fuego ardía. Pero según Korngold, después que se liberó de las cadenas colapsó dentro de las flamas. Así muere el Mesías Negro, inmortal, que siguió viviendo según la leyenda haitiana transmutado en mosquito como lo había anunciado.


Marcos R Taveras es Consultor Empresarial

marataveras@hotmail.es

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