Huchi, Nuria y Ladom
Marcos Taveras
El caso de las bebidas servidas en el desayuno escolar parece haberse iniciado a propósito de demostrar la existencia de corrupción en la administración pública, de manera que pudiesen conectarse los hallazgos con el reportaje sobre la construcción de una suntuosa edificación veraniega por parte de un matrimonio formado por servidores públicos.
Se realiza una investigación periodística que incluye la toma de muestras de la mencionada bebida, cuyos análisis revelan composiciones bioquímicas diferentes entre si, y con varios grados de divergencia con la composición promedio de la leche de vaca.
De esa discrepancia se infiere la mala conducta, automáticamente. Se publica que la SESPAS está sirviendo suero de puerco a niños en vez de leche. Ergo, corrupción; es decir, demostrada la hipótesis de trabajo, se asume la conexión con la fuente de los fondos con que se construyó la mansión veraniega.
Pero no es así. El rigor del método científico no permite inferir ni con la cantidad de muestras realizadas, ni con el proceso de recolección de información seguido, ninguna de las conclusiones a que se ha llegado en el tribunal periodístico. Eso, sin tomar en cuenta la manipulación de datos por parte de periodistas, profesionales y políticos que han abordado el caso.
Problema principal de todo el proceso seguido hasta ahora, lo constituye el hecho de que ninguno de los prestigiosos profesionales envueltos es especialista en muestreo estadístico, por lo cual no era posible, sin consulta, que alguno se diera cuenta de no haber conseguido lo buscado. No me refiero a Huchi Lora y a Nuria Piera exclusivamente. Me refiero también a otros profesionales de mucho prestigio profesional, con probada historia de honestidad personal, como el Ing. Luis H. Arthur Sosa, entrañable amigo personal, y a nuestro mutuo y también entrañable amigo, el profesional retirado que él no identifica.
Desde mi visión, la conclusión de colusión para desfalcar al estado y de prevaricación que ha sido la inferencia de la gran mayoría de la gente de esta nación, solo tiene sustentación precisamente en la calidad profesional y honestidad de los denunciantes, quienes, a pesar de haber recibido críticas bien intencionadas en privado, han preferido seguir sosteniendo unas conclusiones que no tienen ningún asidero científico.
Lo único que se puede sacar de un tipo de investigación como la realizada por Huchi y Nuria es un conjunto de hipótesis de trabajo; es decir, hipótesis para ser objeto de una investigación ulterior. Esa investigación posterior no fue realizada, pues ellos simplemente erradamente infirieron la discrepancia como característica de toda la bebida servida en el desayuno escolar, por todos los suplidores del desayuno escolar, sin consultar con ningún profesional equipado con las herramientas de la investigación científica y de la inferencia estadística.
Ahora se ha llevado la batalla al campo de lo inverosímil. En su afán por limpiar su maltratado nombre y por no perder participación en el mercado, la empresa afectada ha llegado al colmo de manipular los procesos judiciales en procura de conseguir la información obtenida por los afamados periodistas mencionados arriba para proceder a una demanda judicial.
Aunque no tengo la dicha de ser abogado, me parece absurda la permisividad del juez que ordena un allanamiento en procura de obtener información periodística, pues desde hace siglos la información periodística ha sido considerada como información privilegiada en todos los países con tradición de respeto a las libertades públicas. Es tal información un activo que el dueño no tiene obligación de compartir ni siquiera con el Estado.
Actuar con transparencia obligaba a la empresa a contratar los servicios de una agencia de investigación independiente para averiguar las razones de ser de los datos encontrados en la investigación periodística. Con base en los resultados de la investigación, debieron dirigirse a los medios para explicarlos, cualesquiera que fuesen, inclusive hasta ofrecer el resarcimiento de daños, si alguno se hubiere producido.
En vez de actuar con la debida prudencia, la empresa arremete contra uno de los pilares de nuestro sistema republicano, la libertad de prensa. Actuación desmedida, irresponsable y peligrosa, además de ocasionar a ella, a la empresa, y a todo el empresariado dominicano, mucho mas daño que el que le haya podido llegar por la percepción de la nación respecto de la falta de calidad en la bebida servida a los niños.
Pienso que ya es hora de que ambas partes dejen de lado sus posiciones, pues a ninguno le traerá absolutamente ningún beneficio. Huchi y Nuria deberían convocar a los muchos amigos que saben de inferencia estadística. Si lo hacen aprenderán la cantidad de errores cometidos en su honesta búsqueda de la verdad. Se darán cuenta que lo que ellos infirieron no es una verdad objetiva, sino una interpretación incorrecta de la información.
Ladom debe examinar sus procesos de producción y de control de calidad, y determinar dónde podría haber fallos que pudieren permitir la salida de productos con características fuera del rango de calidad aceptable, y hacer las correcciones pertinentes. Pero mas que todo, debe recobrar su credibilidad desandando el peligroso camino andado y pedir disculpas a la nación por su aberrante conducta.
Quienes hemos laborado en empresas agroindustriales conocemos decenas de razones por las cuales llegan al mercado productos con defectos, desde totalmente inocuos hasta capaces de producir enfermedad y muerte, sin que medie la voluntad del empresario o la administración de hacer daño o de lucrarse en exceso.
Recobremos todos la cordura.
Marcos R Taveras es Consultor Profesional
marataveras@hotmail.es
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